Ana y Jose


 

Qué puedo decir yo si lo que hacéis hoy aquí se cuenta solo, si hasta para la iglesia de San Pedro, vosotros sois los ministros del sacramento. Que puedo deciros, si lo que os hace unir las manos lo han narrado y cantado mucho antes que yo …

 

Te amaré, te amaré como pueda, te amaré como único se … (decía Silvio Rodríguez) y lo cantaban, tan bonito, Esperanza y Ernesto¡, tal como ahora sientes por Ana, Jose.

 

Te amo sin saber cómo, ni cuando, ni de dónde. Te amo directamente, sin problemas ni orgullo: así te amo porque no se amar de otra manera (como veis, antes que Silvio, así lo sentía Pablo Neruda).

 

Si te quiero es porque “sos” mi amor mi cómplice y todo, y en la calle codo a codo somos mucho más que dos. Ya ves, Ana, Mario Benedetti, ya anticipaba lo que sientes por Jose.

 

O como habrían elegido los abuelos, Carmela y Juan como la primera lectura de vuestra celebración (la Carta de San Pablo a los Corintios): El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

 

El amor como un don, un regalo, la única manera de afrontar la vida. Presente desde vuestra niñez, en todas las pequeñas cosas, ¿verdad, Ana?

 

Lo has sentido en los abrazos de tu abuela Leonarda, en la cercanía de Charlie, sobre el sillón (mientras soñabas) tras el estudio, en los vestidos de gitana, en el orgullo de tus padres, en la mirada tierna al pequeño Darío, en la cercanía con Víctor, acunando con tus brazos a Anaís, en los mimos de tu hermano, como la niña de sus ojos (de tus titos Juani y Jose) y en la complicidad de tu prima (realmente tu hermana) Rocío.

 

O desde la visión de niño enamorado de la vida, Jose: en los cuidados al gorrión, en la “fanta” de la abuela, en la protección a tu hermano, en la sonrisa ladeada del abuelo, en los cuidados de tu “tata” María, en tus inventos para que jugara Bruno, en la nota con aire de nostalgia alpujarreña que escribiste sobre los veranos en Órgiva con tu tía Mari, en el calor de nuestra madre, y en la admiración de tu padre, pequeñas cosas que acomodan el amor que viste tu alma de artista.

 

Como padre, tenemos la obligación de enterarnos los últimos de todo lo que pasa en la casa. Pero no me pasaron inadvertidos los primeros avisos de amor cómplice entre vosotros por aquellos pasillos del hospital, donde curan más las miradas que la ciencia. Hasta que llegó la primera feria, que hoy nos trae aquí: doce ferias después.

 

Y aquí estamos, reviviendo con vosotros el amor y esperando celebrarlo como se celebra la Feria de Málaga, con jarana y alegría, recorriendo las casetas, desde la de los Cuñaos a la del Club Deportivo Gamarra, pasando por la de los Ilustres y las Conchitas.

 

Hoy vaciáis vuestra alma, para acoger a otra alma igualmente desalojada. Descoséis sentimientos para volverlos a hilvanar con los sentimientos ajenos que atesoraréis y guardaréis como vuestros. Porque ese ser, desnudo y sin pudor, reconoce que vive más allá de sí mismo, confiado en las caricias que cambian sensaciones, en cómo se modula la voz que escucha en la persona amada, sintiéndola tan en su interior que apenas puede pensar en nada, más allá que seguir mirándola, que seguir amándola.

 

He vivido muchas historias con vosotros, pero nada que contar que merezca tanto la pena como la forma en la que os queréis. Os queréis con sabor a verano, con sensación de terral intenso, con la pasión a la que mueve la savia la primavera, con la nostalgia siempre abrumada del otoño, esperando al invierno para rebulliros en el sillón intercambiando pijama. Os basta que se encuentren vuestros ojos, oscuros y verdes, ojos de la raza que cantaba Lorca, para que ni el taró inesperado ni la espesura de la bruma os haga esquivar un beso.

 

Hoy tenemos un desván de emociones, repleto también de disfraces y sombreros con los que deshacer la monotonía de una tarde, un relato por contar, una página por dibujar y una melodía de ensueño.

 

La distancia de las almas no las mide el tiempo sino el calor que las acerca, medidlas siempre con un abrazo o con el suspiro con el que acaba un beso.

 

Como dice Gonzalo Suárez, vivimos en un solo instante, el tiempo vivido solo es recuerdo. Disfrutad de este instante en el que os prometéis amor para siempre.

 

No os puedo prometer que la vida sea una fiesta, pero en este instante lo es, lo que si os prometen vuestros padres es una voz sin queja y el infinito consuelo de los abrazos.

 

Os miro y estáis tan llenos de sonidos y colores que caminaréis siempre sin llegar a estar, estáis tan empapados de emociones que aún no las sabéis contar.

 

Si pudiera poner en vuestras bocas unos versos, te imagino Ana, ondulando con tus brazos estas palabras en el aire:

 

Ocupas el espacio necesario

del lugar reservado de mi alma,

sin prendas que atenúen la caricia

solo el hueco suficiente de tu risa

 

Y a ti, José pintando la melodía con esta letra:

 

… me atraes como la luna, como somete a la mar en las mareas,

sin apenas rozarme, desde cualquier distancia,

sin tiempo que ampare un pensamiento, un deseo,

solo por estar ya me siento esclavo, de su luz y de tus ojos.

 

Llegad a viejos queriéndoos como antes lo hicieron los viejos enamorados: con cansancio en las manos, quizá en la mirada, en las ganas, …, pero con las almas pegadas y compartiendo los versos de Saramago:

 

“Tengo los años en que el amor a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras ...

en un remanso de paz en la playa...”

 

Os queremos, os quiere este padre al que habéis enamorado.


Jose A, González Correa, 19 de julio de 2025





Comentarios

  1. Querido José Antonio, Enhorabuena a los novios y a los padres! Le deseo muchos años de momento felices e ilusiones.
    Tu reflexión como siempre preciosa y llena de sentimientos.

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