Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2017

Otra vez la luna ...

Imagen
Desapareció la luna para encontrar su sitio si dejar de mecer la marea, destiño su blanco, pero solo para quien la espera, solo si la extrañas, sola en el cielo la luna se ausenta, nada la aparta. Se deshizo el día por encontrarla, se veló el sol se apartaron nubes del cielo, las luces durmieron, solo por encontrarla se encendieron los luceros, estremecida la luz por tanto llanto todo se volvió negro. Se derramó la pena y el agua emborronó las ventanas, y afanados en escudriñar la noche mirando el cielo, encontré el reflejo de una mirada, quieta y pausada, depositada sobre el cristal tras una silueta evocada. Seguía la luna perdida y sin saber como encontrarla viajé con el sueño prendiendo un anhelo, mientras la lluvia seguía cubrí la distancia, y la encontré mojada, una silueta desnuda sobre gotas de agua. José A. González Correa

Manifiesto para la derrota

Imagen
Nunca opuse el dolor a la cordura ni inicié mi caída sin acotar los sentimientos. Jamás dibujé los pentagramas que quise, ni adorné con luces las notas señaladas. Seguí mi senda hacia donde se pierde la cordura, hasta la fábrica que agoniza y entierra los sentimientos. Llené de agua de esperanza mi derrota, cuando azahares blancos danzaban en el aire, cuando las gotas sabidas de mi angustia cierta afloraban y dejaban mi boca ajada y seca. Hundí mi cabeza para callar lo que sentía y dejé que se helaran mis manos con el soplo de mi aliento. Me quedé callado y puse tiempo a la demora y oscurecí, como antaño, la leve idea de delirar de nuevo, de acotar en mis sienes la derrota y hollar sobre los sentimientos. Dejé que mi brazo escribiera lo que mis ojos derrotados habían visto. Me quedé con la boca adormecida, sin las gotas que la vistieron, sin la risa que culmina cuando más siento. Me senté a considerar mi desamparo, y olvidé los pinceles

Camino de vuelta en un tren

Imagen
Camino de vuelta en un tren Camino de casa en un tren, deshaciendo el viaje y recuperando el tiempo en forma de recuerdos. Ajustado a la rutina del día, ahora queda poder perderse en los pensamientos que acontezcan. Al final, somos lo que el quehacer apresurado del día nos permite que seamos, salvo cuando el punto agradable de cansancio nos hace despreocupar nuestras ideas y vivir de ilusiones o, simplemente, de pensamientos ilusos sometidos a una vigilia escasa. El caminar se hace cansado en soledad, sin embargo, ahora resulta necesaria. Aislado en un vagón repleto de personas, mi ensimismamiento mientras escribo es como el agua limpia de una fuente bajo la que sumerjo la cabeza un cálido día de verano. El tren devora las distancias entre los puntos que establezco de referencia, mientras mi cabeza pasa de un pensamiento a otro, sin darles tiempo para que se establezcan y se conviertan en una idea persistente. A veces, como ahora, creo que es el momento de recordar a quienes n