La velada luz de la luna

 



Una sombra me hizo deshacer el camino y salir al raso,
perfilando el sendero me acuné sobre el asta de la luna
y me quedé dormido soñando contigo un largo tiempo,
medido en ternura, solo un instante, en futuro, toda la vida.

Me devolvió el frío al final del sueño, miré arriba,
sobre mi crecía la luna, con el silencio como aliado, 
repartiendo su luz y velando estrellas bajo su halo,
su silueta se iba colmando hasta llenarse de blanco.

Me atraes como ella, como somete a la mar en las mareas,
sin apenas rozarme, desde cualquier distancia,
sin tiempo que ampare un pensamiento, un deseo,
solo por estar ya me siento esclavo, de su luz, de tus ojos.

Me detuvo una sombra, una silueta, la forma que quiso el destino,
desbordada caricia que me ofreció la luna, para pensarte.
Y me quedé dormido, al abrigo de un manto de nácar, 
con la soledad de la noche y la velada  luz de la luna para soñarte.

José Antonio González Correa


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