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Mostrando entradas de abril, 2025

Semana Santa 2025, Órgiva

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Viernes de calmada tarde en espera tarde limpia acostada en las montañas, mientras el añil sucumbe desprevenido porque el sol se acalla despacio. Otra primavera herida de muerte reviviendo el calvario en el imaginario relato recurrente del sacrificio, terrible argumento del Viernes Santo. Tiembla la luz penitente de las velas dibujando siluetas de caminar pausado como las cuentas de un rosario, delante de una figura yacente. La tarde se hace noche, envuelta en el dulzón aroma de los naranjos y suena una saeta que perfila sus acordes entre el aire detenido junto a los pasos. A la Dolorosa le acunan el llanto, costaleros entregados en la mecida, deseosos que el vaivén en que se afanan, acomode el gemido contenido en la garganta. El golpe en los tambores se derrama calle abajo, cosido a la brisa que lo transporta, convencido de prolongar hasta el alba el acompasado y moribundo latido del alma. Desangrada primavera sobre el blanco azahar, mantillas negras para el duelo que nunca ha de pasa...

Cristo de la Expiración, Órgiva/2025

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El viernes anterior al viernes de Dolores, el pueblo de Órgiva contiene la respiración mirando al cielo. Delante la Iglesia de la Expectación se han dispuesto multitud de tracas, siguiendo la tradición de agradecer con pólvora la seguridad de los mineros. Como cada viernes en el que se procesiona al Cristo de la Expiración, previa a su salida, el estruendo y una nube irrespirable se apodera de la tarde, justo al dar las seis de la tarde. En ese momento, el ruido atronador rememora las explosiones para la apertura de galerías y enmudece todo alrededor de la calle González Robles.   Al finalizar, los aplausos y vivas al Señor de Órgiva se suceden, mientras operarios limpian la calle y recogen los enseres pirotécnicos, son momentos previos a la salida procesional.   Acompañado del tañar de las campanas de la iglesia, el trono que sostiene al crucificado parece que se deslizara por las empinadas escaleras que lo conducen a la plaza. Y, durante un instante, allí se queda, mirando a...