Un otoño tardío

Siento que el otoño se adueña de todo,
me deja abatido, me abriga y me alcanza,
me acuna con ansia y descansa
sobre mi hastío, agotando el aire.

Siento al olvido jugar con mi risa,
siembra en mi cara arrugas y desgana.
parece que tiene prisa este otoño tardío
por llenarme de invierno y mantenerme dormido.

El viento adormecido que dispersa esta luz,
este ocaso de añiles y ocres;
esa luz que descansa para iluminar 
sin fatigar  los ojos cansados.

Esta luz de otoño gastada, esta siembra temprana
esta lucha por despertar la ganas de seguir vivo.
Que no pase el invierno nuestra ventana,
sin llegar a mañana temblando de frío.

Ahora que el sol despierta se apartan mis ojos del día,
se duermen tras las persianas que filtran la luz.
Y sobre ella, con asombro, motas de polvo,
tiernos trocitos de sueños prendidos de antaño.

Las  nubes, solas y tristes,  descargan desganas
prendidas de gotas de lluvia, agua que derrama,
sin saber,  el aire de este otoño tardío,
agua de lluvia, lluvia de un mar asustado.

Las nubes no son blancas, se han perdido,
el gris del cielo las ha tragado y ahora oscurecen.
Velan la sombra de mis pasos por este otoño,
un otoño tardío y escaso, cercano al invierno.

Un otoño tardío


José A. González Correa







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