Sensaciones y Estaciones

Invierno
La luz apagada desde temprano como preludio del frío,
escasas las caricias del sol en su ocaso, apenas un roce.
Las manos se esconden nerviosas entre la ropa,
curiosas palpan el interior de la prenda, inquietas.
Se adivina el frio esquivo de la noche, escondido entre sombras,
huérfano desatino de un sol apresurado en su partida.
Las calles, algo alejadas de su rutina, celebran a cada viandante,
acomodados en su abrigo y con caminar ligero, refugiados del tiempo.
Las luces sobrevenidas acaban de iluminar algo más la calle,
luces que atesoran recuerdos de niño y que duermen entre juguetes.
Primavera
El viento arrastra, en una lluvia blanca, pétalos de la flor del almendro,
con suavidad caen sobre la hierba crecida y el amarillo de la vinagreta.
Los primeros brotes de algunos frutales desperezan y asoman desvalidos,
mientras los olivos, que asistieron de sombra el invierno, muestran su trama.
Las acequias están orgullosas del agua que resbala y despeña entre sus cauces,
agua apresurada, tras su letargo de hielo, por acunarse en los bancales.
Los primeros trinos de aves enamoradas, las primeras ramas tejidas como nidos,
los calculados cortejos de las abejas a la flor de azahar y lavanda.
Las mañanas de aire fresco y las crecidas tardes de suaves caricias,
con un sol tibio que planea llegar a su cenit en pugna con la luna vespertina.
Verano
Abovedado cielo de estrellas que nos mantienen despiertos mientras el calor cede,
tímido rocío de lágrimas justas que acompaña mientras el sol despierta.
Huidas constantes a paraísos imaginarios mientras las calles derriten su asfalto,
salidas jalonadas de ocasos e infinitas mareas de colores desteñidos.
Inciertas noches de sereno rondando el agua de riego que acude escasa y esquiva,
campos de sonidos lejanos y soledad sonora entre la vida que crece con prisa.
Recuerdos de la mar visitando orillas con su espuma de pausados encajes,
mientras el agua que desborda las acequias por piqueras y tornas acaricia la tierra.
Alivio soliviantado de la rutina del año, con el propósito de hollar nuevas cumbres,
aparcando propósitos y deseos para regresar al lugar de donde venimos.
Otoño
Sentimientos al borde del colapso mientras acomodo sensaciones de antaño,
marea incesante de caricias que me arrasan tras cada paso que mi corazón avanza.
Prendas sobre la cama sin encontrar destino entre baldas y cajones,
desalojadas de un tiempo incierto que no podemos ordenar en el armario.
La piel a punto de ser traspasada por cada pequeño golpe que el azar depare,
tiempo de aquellas cosas que tocan mi alma y la redescubren humana y huérfana.
Sensaciones entre remolinos de hojas que la marea arrastra y dispersa,
primeras emociones contrariadas por la realidad que no comprendo y solo asumo.
La luna como reducto de un verano de noches eternas, preñada o perfilada,
pero siempre la luna, como la única luz que me rescata entre notas de nostalgia.

Sensaciones y estaciones



































José A. González Correa

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