Felicidad para el 2016

En 1994, una canción de Silvio Rodríguez apuntaba en su inicio estas estrofas:

El fin de año huele a compras,
enhorabuenas y postales
con votos de renovación.

Pero había otras cosas que a veces se escapan a nuestros ojos, cansados del día a día y que añoran unos minutos de felicidad con los seres queridos. Y que el cantautor relataba.

Cosas y hechos cotidianos que suceden a nuestro alrededor, sumergidos en el trajín de nuestros días y nuestras noches. Situaciones que nos son ajenas a pesar de ocurrir bajo nuestro mismo cielo, en nuestra misma sociedad o en cualquier lugar alejado de nuestro mundo cercano.

Vivimos desde nuestra imperfección en un mundo que tampoco es perfecto, y nos esforzamos a diario en resolver nuestros anhelos con el fin de mejorar. Y construimos con voluntad inalterable lo que pensamos incrementará nuestra felicidad. El día a día repartido entre lo necesario y lo prescindible, sin apenas distinguirlo.

Y es la realidad del necesitado la que nos aclara la conciencia y nos hace realizar un último esfuerzo por cambiar las cosas. Sin olvidar que la vida hay que lucharla, no abandonamos la tarea de disfrutar de ella. Y en noches como la de hoy, concentramos los esfuerzos mirando a nuestro alrededor y emocionándonos con las miradas ilusionadas de los que nos rodean, recordando, añorando y sintiendo que todo es posible y que el mañana es preciso construirlo entre todos.

Mientras transcurren los últimos segundos del año, como un suspiro nos recorre un deseo que acabaría con la infelicidad, de forma tan fácil como una brisa frágil apaga la luz de una vela.

Que ese deseo, que ese escalofrío, recorra esta noche nuestras almas, las reconforte y colme de felicidad, suficiente para todo el año, suficiente para hacernos más solidarios.

Felicidad para el 2016

José A. González Correa






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