El tiempo y los viejos sabios
Dedicado a todos mis mayores, a todos los hombres y mujeres, viejos y sabios. Hombres y mujeres sencillos, habitantes de una tierra orgullosa y áspera, La Alpujarra.
Entras en mí como el pasado que abre las
puertas a oscuras presagios,
a sólo un instante de buscar un recuerdo la
luz desmorona el espejismo creado
y afronto el castigo como la ausencia asumida
de un presente,
quedándome a esperar lo que suceda.
El tiempo se ha burlado de mí,
de mi historia, de mi pasado,
pero no le permito que se deje
un hueco de olvido.
El tiempo puede alojarse en cada hueco,
huidizo de mis arrugas,
huidizo de mis arrugas,
pero cada una de ellas hablan de recuerdos,
pero en cada una de ellas habrá memoria.
Cuando deje de ser viejo y sabio
tendré que valorar la belleza,
por lo que es y no por lo que encierra.
Cada golpe de mar un recuerdo,
la ola en retirada la nostalgia de lo vivido,
la espuma sobre el agua la textura de un beso
Cuando deje de ser viejo y sabio
no volveré a escuchar,
sólo querré oír aquello que me reconforte,
y acudiré a un espejo que ya no recordará mi
aspecto.
Cuando deje de ser viejo y sabio
sólo miraré la belleza efímera de las cosas,
de los lugares, de las personas,
no valoraré la sonrisa franca,
ni los silencios, ni las calles desiertas.
Cuando deje de ser viejo y sabio
añoraré los pasos cansados
y el paso pausado del tiempo,
recordaré cada cosa como recién vivida
y
querré volver a los lugares de antaño.
Cuando deje de ser viejo y sabio
no sabré qué hacer con el tiempo prestado
ni sabré dónde ir para gastarlo,
sólo sabré esperar a que algo suceda,
algo extraordinario.
Cuando deje de ser viejo y sabio
no guardaré mi turno ni consolaré a quien
espera,
no sabré qué decir ante palabras necias
ni sabré dónde ir cuando nadie me espera.
Cuando deje de ser viejo y sabio
habrá mucho que aguardar hasta que de nuevo
suceda
El tiempo y los viejos sabios
Jose Antonio González Correa
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