Un paseo de nube
Es enorme etérea y frágil, como algodón recién recolectado que, aún suspendido en el aire, acaricia la mano que lo ejecuta. Es blanca, con espacios que se llenan de tímidos grises donde el aire se intercala y la deshilacha. Es nube, la mayor de otras que la acompañan, en una caravana viajera que ahora peina la montaña. Recorre la distancia de un espacio abovedado por un cielo azul de otoño. Sobre el perfil inmóvil de la montaña, avanzan las apretadas gotas de agua, viajeras. A esa nube enlacé un sueño, una aventura en la noche mientras mi cuerpo duerme. Mover mi cuerpo, deshacer la distancia quedándome quieto, y llegar hasta ese cielo pintado en el sueño. Aguardando callado hasta alcanzar su textura y coser la sábana de la cama con imaginarios hilos de algodón de nube. Y en mi cabalgadura mágica recorrer, con la brisa del aire que acompaña, las siluetas y dibujos de la sierra y sus barrancos. Me acompañan siluetas de aves ejecutoras de filigranas, de vuelos imposibles y