Caricias de invierno
Caricias de invierno Encallecieron sus manos de acumular el paso del tiempo al exponerlas a madrugadas frías y tardes infernales de estío, a espacios opuestos del mismo tiempo que acompaña la andadura. De sentimientos callados, dónde el ardor encontraba la caricia intensa, el descolorido paso del tiempo en su cabello cambió la pasión por la templada y tibia nota de calor del sol recién aparecido. Las manos enérgicas de antaño dibujadas ahora como señales ciertas de tantos instantes vividos. El aire que lo envuelve mientras lo observo ha descosido su ayer y ahora, percibo su pulso firme y sus ojos nostálgicos son ahora los de un niño. Asomado a las lindes del campo con la mirada fijada en las copas de los árboles, explorador de nidos y soñador sin alas. Como un héroe imprescindible para mi, su mirada me traslada volando hasta sus pensamientos. En ese lugar caigo rendido y abrazo sus recuerdos que reconozco tan míos. Tan necesarios e inabarcables que disipan mi percepción del