Cuento para la princesa (o como surgió Sierra Lújar)
Cuento para la princesa (o cómo surgió Sierra
Lújar)
No imagino como debe ser la historia que consiga emocionar a la princesa
del cuento. Aunque más allá de cualquier historia siempre hay un cuento que
termina bien y hace feliz a quien lo lee o cuenta.
En este caso, no es como termina la historia lo importante, sino la emoción
y el color con los que empezó. Emoción dispuesta a ser guardada en cualquier momento
y calor disipado tras el choque de dos corazones.
Entiendo que cualquier bufón de corte debería saber contar el cuento
apropiado para las pequeñas infantas, que tarde o temprano serán princesas,
primero, y luego reinas.
Por ello, elegir un cuento era vital para ayudar a soportar el tedio de
cualquier palacio. Yo imaginé un cuento que fuera capaz de hacer dormir a
cualquier princesa. Y lo hice pensando en que cualquiera de ellas mantendrá
siempre un corazón de niña.
Pequeñas princesas de cabellos rubios acaracolados y ojos soñadores,
subidas a zapatos de tacón e imaginado un mundo de colores pasteles.
Princesas de carácter firme y actitud decidida, implacables buscadoras de
la justicia, con sentidos estrictos y modelados por una luz infinita.
Miradas precisas que se vuelven una y otra vez a la infancia, eso imagino
en un cuento para una princesa.
Rutinarias melodías con notas gastadas por el paso del video en el
reproductor. Mientras los sueños no se gastan y se repiten en una interminable
sinfonía de luces y finales inacabados, abiertos a la fábrica de los sueños.
Caminado por el tiempo y sumando cumpleaños cada niña princesa se adormece
bajo el mundo inédito de las historias felices. Sin embargo, las miradas de
antaño se suman con interés adulto cuando los años muestran toda la vida real,
aún más inabarcable que el destemplado mar atemorizado por el viento de
levante.
Aunque ideado para mi princesa de ojos verdes soñadores, este cuento para
cualquier princesa, es un cueto que se puede regalar porque es una historia
fácil de recordar.
El viento del norte bravo y frío, blanqueaba cada año las crestas más altas
de una tierra que estaba siempre asomada y enamorada del mar. Tierra apilada
como montaña, monte, cima, pico y cuerda, seca tierra de cutis curtido y cabeza
coronada de lascas de pizarra. De cintura y falda vestida de castaños, pinos,
robles,…, y pies calzados de olivos. Surcada de arterias torrenciales y
ventisqueros de color ocre, con ojos pintados sobre calderas de deshielo que devuelve
el mismo color del cielo. Con las nubes sentadas sobre las laderas, como una
enagua de primoroso tejido eterno. Con mejillas sonrojadas por las cerezas del
verano y destilando el color pardo al final del estío. Impresionante Sierra
Mora de cabellos nevados que conocí desde mi infancia, pero viva durante miles
(millones) de años, viva y enamorada del mar.
Incapaz de mojar sus pies en las aguas de aquel mar tranquilo, derramaba su
sangre en ríos apresurados e impacientes que buscaban la orilla tranquila de
ese mar. Enamorada de su color turquesa y sus apagados grises con el sol
oculto. Ni siquiera el sol la cegaba cundo se tumbaba durante el invierno, todo
lo contrario, la luz deshilachada que barría esas aguas aún lo hacían más
bello.
Un amor infinito y no gastado, eterno y puro sin esperar nada, solo
quererlo mientras de movía, embravecía, se acunaba y dormía. Atendido amor en
madrugadas de luna llena, que la Sierra esperaba, atenta al devenir de las
mareas. Madrugadas iluminadas que le permitían verlo y quererlo aún más
todavía.
Pero un día, el interior de la tierra, ser oscuro y enterrado de rencor y
apartado de la luz, no pudo soportar la rabia que le ocasionaba sentir como
vibraba la Sierra, enamorada locamente del mar. Había notado desde siempre su
estremecimiento, una mezcla de nervios inocentes con destemplanza de enamorados
y movimientos llenos de pasión, con pequeños aludes sobrevenidos y torrentes de
agua incontrolada. Pero, poco a poco, aquel acelerado pulso de la Sierra
enamorada, le empezó a parecer insufrible e insoportable. Notaba como su ira
cada vez era mayor y el frío de su soledad se transformaba en un calor extraño
difícil de controlar.
Y ocurrió, un día de luz clara y sol desperezado en su zenit, el interior
de la tierra estalló acalorado y con una ira infinita. La Sierra tembló, el mar
se sobresaltó, hasta las nubes acudieron para abrigar la sierra y un suave
tarot se acomodó sobre su amante inalcanzable.
Atónitos asistieron al surgir inapelable de una enorme masa de tierra nueva
que ocupaba el espacio entre ambos. Esa tierra crecía y crecía hasta hacerse
montaña, justo delante de una y enfrente del otro. Como una columna de
desesperanza disfrazada de naturaleza.
El mar iba y venía salpicando su espuma más allá de la costa, mientras la
Sierra seguía derramando su agua buscando tocar la orilla. Pero nada resultó,
aquella montaña se erigió imponente, viajando de este a oeste y apartando la
vista de la Sierra enamorada. La nueva montaña se hizo sierra y apartó para
siempre la mirada de aquellos que sentían la magia oculta de un sentimiento que
mueve el mundo.
Aquella nueva sierra, preñada de hierro y plata, dejó helada a la Sierra y
alejó a mi pueblo del privilegio de ver el mar, conformándose con el valle y la
vega de los ríos de lágrimas.
La vieja Sierra mora y enamorada, quedó apagada y fría, ahora la llamamos
Sierra Nevada. La nueva sierra, Sierra Lújar, adormece la luz del sol y la
retrasa tras salir desde el mar, y dibuja su silueta sobre la luna, que aparece
más tarde.
Pero con cada primavera y verano ocurre el milagro, la Sierra enamorada,
desangra su corazón helado a través de los ríos Chico, Bermejo, Trevelez,
Pampaneira, Seco, …, (agrupados en el Guadalfeo), sobre las orillas del mar, a
quién siempre quiso.
Todo lo consigue el amor, deberán pensar las princesas de los cuentos.
José A. González Correa, mayo 2017.
"Rutinarias melodías con notas gastadas por el paso del video en el reproductor. Mientras los sueños no se gastan y se repiten en una interminable sinfonía de luces y finales inacabados, abiertos a la fábrica de los sueños."
ResponderEliminarEres un genio.
Gracias hijo, solo será genial cuando le compongas la música
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