Nunca seguiremos sus pasos
Es Semana Santa, Órgiva ve procesionar las imágenes de la fe de sus mayores, algunos momentos de este frío mes de marzo, con respeto y un constante bullicio, se han colado en el objetivo de mi cámara.
No culpo al
hombre,
sino al Dios que
lo dejó solo.
Aterido y frío
ante la
humillación y la ofensa.
Nunca fuimos su
imagen
sólo un recuerdo
imaginado
en un mundo ciego
e imperfecto.
Nunca evitaremos
su pena,
ni la de tantas almas
asustadas,
ahogadas en la
orilla
de un mar olvidado.
La brea que
inunda el aire,
la misma que la
quilla porta
mientras la
abruma el oleaje,
no sanará las
heridas ni la conciencia.
Atado a una
columna
se ha quebrado el
hombre,
llorando tras la
alambrada,
buscan a un Dios
que los salve.
No quisimos un
Dios renegado,
preferimos ver
morir al hombre,
desnudo y vencido
sin entender
a quienes le
ofrecían su odio.
Nunca seguiremos
sus pasos,
lo dejaremos
morir a diario,
solo mostraremos
el llanto
como parte de lo
inevitable.
Nunca seguiremos
sus pasos
José A. González
Correa, marzo-2018
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