Dedicado a Bruno
Quizá tenga que descoserte de mi alma para que camines por donde la brisa, preñada de olores, te guíe y recorras libre nuestros sueños. Que nos visites, cuando se dibuje el día, cuando se venga la noche encima, cuando quieras romper el silencio con tus ladridos. Cuando sientas que mi desconsuelo tenga que ser atendido, cuando huelas la pena prendida a tu plato de comida. Siempre te estaré esperando, siempre pasearas conmigo, nunca he consentido a nadie como a ti, mi buen amigo. Deja que acomode tu sueño junto a la congoja de esta alma, deshilachada y herida, perdida entre la niebla de la despedida. Tengo que dejarte ir, mi buen amigo, tienes que marcharte, por más que la pena me arrastre. Y volverás a ser lo que fuiste, despojado tu cuerpo de las heridas, sano tu corazón de eterno enamorado de la casa que llenaste de vida. Serás lo que hiciste, el artista que modelaba los corazones aislados, acunándolos al consuelo de acariciarte. Retendré tu recuerdo, vertiéndolo a diario como el ag