Se despide el sol con una herida
Se despide el sol con una herida. no de muerte, solo de luz abatida. La huida está en el ocaso, contenido desvelo esperando el día. Así mientras el sol expira, los añiles se apresuran y calman, con la dulzura de un beso, la herida que se abre con la luz vencida. El nácar frio de los montes perfila el malva desteñido que la noche va vistiendo, asistida por el viento y las nubes, tras la marcha esperada del calor de cada día. Asumida la derrota, dejando cerrar la herida, se pierde en sus secretos, y deambula sin prisa, deshaciendo los colores, hasta apagarlos del todo, convencido que la noche le hará soñar con el día. La distancia de las almas las mide el tiempo o el calor que las acerca, mídelos con un abrazo o con el suspiro con el que acaba un beso. José Antonio González Correa, 2024