Reclamación al tiempo

 

¿A quién?, ¿a quién reclamarás?...

A dónde irás por el tiempo perdido,

si lo llevas cosido al dobladillo,

si a pesar de tus prisas aún sigue prendido.

¿Por qué te afanas en deshacer el hilván?,

te habría sido más fácil reescribir la historia,

que cargar de razones la mochila

que tanto te pesa durante el camino.

Deja de añorar para volver a equivocarte,

rompe con las prisas y camina sin norte.

Nunca será buen día si la rutina te arrastra.

Nadie te cruzara por el arco iris sin la mirada de antaño.

El tiempo solo atrapa la falta de ganas,

lo indolente transita por una vía donde el tren no se detiene,

donde el pasado queda en estaciones ya transitadas y vacías.

El tiempo no admite excusas ni engaños,

propios o ajenos, qué más da, ni hace prisioneros,

transformando ilusiones pasadas en muertos,

espectros que transitan por los rincones olvidados,

aquellos donde guardamos nuestras pequeñas cosas.

Descarrilamos tantos trenes durante cincuenta años,

que cuando cumplimos sesenta pensamos 

que solo quedan vías muertas,

esperando a que pase lo que queda de tiempo.

Mientras, seguimos siendo como siempre fuimos,

pero pintamos el presente de ocre

y de tonos virados entre añiles y rosas,

similar a los de un cielo atardecido de otoño.

Con las manos gastadas olvidamos cómo fueron aquellos abrazos,

mientras el tiempo los difumina entre el grito callado de nuestra derrota.

Y el calor alejado de lo cotidiano, a veces, desde el pasado nos visita…

Ahí es cuando veo aquellos ojos de verano

y me ilusionan aquellas ganas.

Pero aterido por el cansancio,

el calor pronto se agota,

y el escalofrío de la emoción,

es lo único que queda y aguarda.

Y aunque persiga aquellas sombras,

la falta de tiempo,

que ahoga por seguir viviendo,

me agota cuando intentó seguirlas,

escapándose por la ventana

y, sin polvos de hada, ya sabes,

no puedo volar tras ellas…

y de nuevo se marchan.

José Antonio González Correa. Órgiva, 10 de abril de 2022.