Órgiva la puerta de Las Alpujarras

Nunca sabré porqué me cosieron un alma tan vulnerable. Hoy lo siento, lo percibo más que otras veces porque llevo el alma anclada al desconsuelo. Como definir un día como este, …, bueno, quizá lo más sencillo sea desconectar mi cabeza y permitir que fluya de forma serena todo aquello que nos empapa y cubre de pena. A veces, es tan intenso el dolor que causan los acontecimientos tristes, que tenemos una extraña sensación de calma, casi bienestar. Una calma, tras acumular la congoja que nos mantiene ateridos y con la que percibimos lo que consideramos inevitable. Algo parecido a la sensación de frío que nos provoca el agua extraordinariamente caliente en la ducha. Una percepción equivocada, pero tan real como la verdadera. Reconozco como me afecta esta lluvia intempestiva de sentimientos que cae sin permitir que me guarezca. Soy consciente de las riadas que provoca y la sensación de un cuerpo empapado y con frío. Hasta que las nubes son tan bajas que nublan mis ojos

Buenas noches, Siéntate frente a mí, deja sobre el suelo la rutina. Es cierto, estamos lejos, pero no importa. Deja también el móvil alejado, ya recibiste lo que te he enviado: un enlace, un portal de un código de binario. Ahora no necesitas nada más. ¿Estás sentado o sentada?, sí …, bien. Ahora piensa en mi cara, yo lo haré en la tuya, ¿por qué?, por recordar cómo somos. Piensa como soy e imagina oír mi voz, o adivinar un gesto. Sorpréndete recordando algún momento vivido conmigo, ..., ojalá haya merecido la pena, …, ojalá sea un buen recuerdo, ojalá puedas imaginarme con una sonrisa. Deja que algo de mi historia pase cerca de ti durante estos minutos de recuerdo lejano. No estamos cerca, pero como ves, tu recuerdo forma parte de mi propia historia. Como lees, formas parte de mi vida, no solo como parte del escenario de rutina más o menos sobrellevada, sino como alguien que valoro como para compartir lo que escribo. Me he atrevido a pedirte un momento de tiempo par

Noticia triste Se cerró la puerta detrás de sus pasos. Al sol le quedaba derramar algo de luz sobre aquella tarde. Ella comenzó a caminar sin prisa, acompasando sus historias más recientes y cercanos reflejos de dicha y de ilusión recién estrenados. Su alma cierta, su empeño y su deseo de vida, encaminaron sus pasos, decidida a dejar acunar su cuerpo con los tibios rayos de luz del cercano solsticio de invierno. Una imagen repetida en muchos lugares donde, como en un cuento, todas las historias comienzan abrazadas a la esperanza. Historias como un vaivén de olas y sentidos dispuestos a dejarse arrullar por ellas. Cuentos de princesas y hadas que nunca sospechan que el horror puede cambiar las historias. Sentado frente a este trozo de papel, aterido del frío de una realidad asesina, recuerdo como creció la princesa de mi cuento. Y lo hago imaginando cientos, miles de cuentos escritos por papas y mamas de tantas princesas. Cuentos escritos con cada mirada, co