El peso del cielo
El peso del cielo
Caído el telón, pesadamente, velada la luz que
encendía el paisaje:
Viran los azules, de celeste a añil, un
instante fucsia y al final negro.
La sinfonía inacabada tendrá que esperar otro
día para que queden sus notas colgadas del pentagrama.
Cielo sobre el mar o tierra, o sobre nubes
o.., sobre más cielo…, infinito
Como un acertijo se dibujan y aparecen, como
guirnaldas, las estrellas.
¿Colgadas al azar?, ¡que importa!
Ausculta lo que tu corazón siente…, galopado,
pausado, intranquilo, ¿escondido?, ¿has de moverte para que se conmueva?
Siente, no pienses, solo ausculta su latido y
cuenta, a su ritmo, ese esplendor de estrellas.
Cabecea sorprendido por lo que ante ti se
despliega, empapa tu piel con la brisa fugaz que se levanta, es suave,
ligeramente fresca y algo húmeda.
¿Recuerdas ahora como se levantó el telón del
día?
¿Para qué?, si ahora tienes la noche sentada
en tus rodillas.
¿Por qué enciendes la luz?, si la noche va
cubriendo tu cuerpo.
Naciendo cada vez más pesada y, bajo ella, quedas
sumido en un vago recuerdo de lo que la mañana había sido.
El velo no transpira, se agolpan gotitas de
sudor sobre las cejas…, tus ojos abatidos se retiran de la escena.
En ella aparece el sueño, el tiempo en que el
alma permanece en vela cuidando tu destino.
Se han suavizado los ruidos, se ha instalado
el silencio.
La noche ha vencido con su pesado cuerpo,
mientras el cielo etéreo también se ha dormido.
Jose A. González Correa
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