Mi alma indigente
Mi alma indigente No volví la cabeza mientras, ausente quedabas esperando con la mano extendida, en la acera, como un océano de desprecio sin más esperanza que la de la última frase, sentencia inesperada que acaba un sueño. No deparé un instante en tu figura, quieta y perfilada como el boceto de un dibujo, incierta y frágil como tu propia vida, acabada apenas la suerte te hizo ser donde la desgracia es la riqueza que no tienes. No florecieron los adoquines para alfombrar los pies desnudos, ausentes de calor y dispuestos a no caminar porque no hay color en cualquiera de las direcciones que tomes. Destinado al destierro donde nuestros prejuicios, cosidos de miedo y arrogancia, te arrojan. Exilado al lugar de los despojos, condenado a vivir sin caricias ni a darlas, atrapado en el espejo que tanto nos asusta y destinado a revelar nuestra conciencia en navidad. Escribirte no ahuyenta la pena que nos causamos, la tuya forjada por la certeza de