Cristo de la Expiración, Órgiva/2025
El viernes anterior al viernes de Dolores, el pueblo de Órgiva contiene la respiración mirando al cielo. Delante la Iglesia de la Expectación se han dispuesto multitud de tracas, siguiendo la tradición de agradecer con pólvora la seguridad de los mineros.
Como cada viernes en el que se procesiona al Cristo de la Expiración, previa a su salida, el estruendo y una nube irrespirable se apodera de la tarde, justo al dar las seis de la tarde. En ese momento, el ruido atronador rememora las explosiones para la apertura de galerías y enmudece todo alrededor de la calle González Robles.
Al finalizar, los aplausos y vivas al Señor de Órgiva se suceden, mientras operarios limpian la calle y recogen los enseres pirotécnicos, son momentos previos a la salida procesional.
Acompañado del tañar de las campanas de la iglesia, el trono que sostiene al crucificado parece que se deslizara por las empinadas escaleras que lo conducen a la plaza. Y, durante un instante, allí se queda, mirando a la sierra, momento en que los portadores se toman un breve descanso.
Después, la Virgen de los Dolores asoma con timidez en el umbral del portalón de la iglesia, lleva la pena prendida a su cara, caminado la mecida de los costaleros que la acompañan. En su cara observo el perfil triste que las madres sostienen con entereza al contemplar el sufrimiento de un hijo.
Ambos, hijo y madre, por este orden, descenderán por la calle Real para que los penitentes los acompañen. Cuantas promesas por favores cumplidos caminaran tras esos pasos.
La lluvia ha retrasado en 2 h la salida este año y, mientras todos miran al cielo, me afano en fotografiar y grabar lo que está pasando. Lo hago por mantener viva en mi memoria las tradiciones de mis mayores, sobre todo, la de mi padre.
Y, aunque observo que, en algunos casos, el acontecimiento es más un evento social que religioso, también en las caras expectantes de muchos, descubro que siguen enraizados a la tradición con respeto y sentimiento.
Durante horas la comitiva paseará las dos imágenes entre los estallidos de cohetes y el olor a pólvora, acariciando la noche con la música de dos bandas y, aunque no huela aún a azahar, la primavera está resuelta en que la noche sea una noche extraordinaria.
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