La vejez


Acumulamos sensaciones cargadas de años 

deseosos que la llanura nos encuentre en el siguiente paso,

pero con el alma aventurada a escalar cualquier cima

aunque lo hagamos en la cordada de aquello que fuimos,

… de lo que queremos seguir siendo.

 

Con el alma de un niño seguimos viviendo,

pensando, amando y sintiendo cada soplo de vida

con el que apagamos las velas de nuestro cumpleaños,

deseosos por retener recuerdos y no perder a nadie

 

 

Bastantes renuncias hicimos

mientras nos hacíamos viejos,

demasiadas propuestas varadas,

demasiadas noches aplazadas,

demasiadas promesas al tiempo.

Por ser lo que fuimos,

renunciamos a lo que quisimos ser,

por hacer cómodo el camino,

siempre quisimos volver.

Por mostrarnos como debíamos ser

olvidamos enseñar nuestra desnudez.

Hoy que mi piel no es firme

que las arrugas o, quizá,

los pliegues del tiempo,

recorren como tornas sin agua

las expresiones gastadas de mi rostro.

Te miro, después de años sin vernos,

cada cual en su rutina y de espaldas a conocernos

y comparto en estas líneas,

las líneas marcadas del paso del tiempo,

las mismas que relata tu memoria,

como la de tantos otros con las que hoy comparto.

Demasiadas historias aplazadas

se acomodan en el mismo camino,

una vereda entre sombras,

rodeada de suspiros que evocan,

los sonidos de entonces

que ahora suenan distintos,

las mecidas de las ramas

de árboles que han crecido,

la música del viento

y todos los bailes que no pedimos.

Hacemos los pasos más cortos

pero la mirada es infinita,

a veces perdida,

otras atrapada en recuerdos, ...,

pero siempre atenta al horizonte.

Nos hemos cansado,

pero nunca nos hemos rendido,

ni de amar, ni de ser,

ni de luchar para seguir vivos.

 

José Antonio González Correa, 1 de abril de 2023

 

Dedicada a todos los que nos hemos gastado pero seguimos vivos.




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