No busques a la luna

 



No busques la luna, niña,

que no sabes quien la andará buscando.

No mires al cielo, niña,

que alguien estará mirando.

No me mires como antes, niña,

que la luna en tus ojos

me sigue enamorando.

Yo la dejé de buscar,

me quedé solo mirando,

nunca volvió a reposar

su blancura sobre mi campo.

Ni de noche, sumergido en el sueño,

olvidaba su encanto, la soñaba,

te soñaba en un altar de blanco.

Con la luna preñada,

buscaba en mi memoria

esa sonrisa de perlas blancas,

esa mirada velada,

y la demora sentida de dos cuerpos

exhaustos sobre un lienzo blanco.

No busques la luna, niña,

por si tu mirada la atrapa,

y me roba de nuevo el alma.

No mires al cielo, niña,

que en él sigo buscando

las caricias detenidas

cuando una noche abierta,

agasajada de estrellas,

detuvimos nuestros pasos,

abrigamos nuestros cuerpos,

y la noche detenida acompasó el paso.

No me mires como antes, niña,

que la luna en tus ojos

me sigue enamorando.


José A. González Correa

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