Madres en la guerra


Calla las balas y acuna el hueco de la metralla,

deja de mirar al lado, arriba o abajo,

levanta la vista a un horizonte sin llamas

 

Oculta las lágrimas de tu rostro

que no la noten tus hijos,

que solo les salpique la sal del mar

 

Borra el humo acomplejado

que el tirano ofrece,

tan inseguro de sí que solo odia

 

Refugia tu sonrisa de la ira y las prisas,

acomoda tu corazón a las ruinas

sin olvidar que encaladas fueron tu hogar.

 

Descúbreme la soledad que desde aquí ignoro,

abre de par en par mi alma adormecida,

que sienta lo que sientes, corazón desvalido.

 

Borra la angustia de tu cara por ellos, ahí están …

acurrucados a tu cintura, tus niños callados,

absortos en el ruido de la guerra.

 

Sácalos de ahí a lomos de un unicornio azul,

mientras nosotros nos desperezamos en el sillón

y especulamos como pintar de ilusión vuestra angustia.

 

Quiebra la distancia que a la razón le falta para atrapar la verdad,

quítanos la venda de hipocresía que nos atrapa,

que veamos reflejada nuestra indolencia en los cristales esparcidos.

 

Grítame con fuerza, mientras arrastras maletas

por calles de nieve y barro abatidas y muertas,

grítame por abandonarte mientras el miedo, y no las balas, te matan.

 

Enséñame tus manos vacías y heladas,

mientras ahorramos un grado de calor en nuestras casas templadas,

y maldice esta sociedad cómplice de vuestra masacre.

 

No perdones mi desidia mientras ases su mano diminuta,

y le regalas generosa el vaho de tu aliento y el calor de tu pecho,

no me perdones nunca mientras solo observo tu dolor en directo.

 

Asiste nuestro corazón parado

mientras al tuyo lo asalta el miedo

y dale paz a tu recuerdo.

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A ti madre, que asistes al miedo como a un moribundo,

al borde de la locura y si dejar de dar consuelo,

no dejes de emprender el vuelo, hazlo por ellos.

 

Que la libertad de tu conciencia sea el tejido inmaterial al que cosas el sueño,

suelta todo el trapo del velamen de esa nave imaginaria que en tu corazón guardas,

navega con tus hijos a un mundo de hadas o un país imaginario de algún cuento.

 

José A. González Correa




Ayuda a Ucrania:

Cruz roja

ACNUR


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