Los pies de la princesa
Los pies de la
princesa hollaban la arena,
esperando a la
ola que deshiciera deprisa
aquella silueta
impresa y efímera.
Premura en el
andar dislocado
sobre pequeños
tacones
y sobre nubes de
sueños infinitos.
Remolinos de aire
entre su pelo
con el que
ahuecar los instantes infelices,
y viento para
escapar agitando las alas.
Aquellos pequeños
píes de bailarina
detienen su ritmo
y deambulan cansados,
esquivando las
acometidas de las olas.
Perdidos los
juegos de antaño,
se destiñen los colores
pastel de su sonrisa
y su alma se
adormece sobre un cálido taró.
Confunde el sabor
amargo de la derrota
con el salitre
que reseca su boca,
sin entender que
está llorando.
La pena alojada
en el reflejo de una lágrima,
deshilvanados los
sentimientos
que unían cabeza
y alma.
Deshilachados
pespuntes de desconsuelo,
mientras el
tiempo acorta el espacio
para seguir
queriendo.
La razón no
entiende lo que el amor conjuga,
enamorar y
enamorarse,
cuando dos
miradas encuentran un lugar donde quedarse.
Los brazos de la
princesa portan alas,
las mismas que
aleteaba incansable de pequeña,
cuando la
esperanza se deshacía.
Las mismas alas
que no dejan
que se aloje en
su alma la tristeza.
Jose A Gonzalez
Correa. 20 abril 2019.
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