El mar que la Sierra no ve
Sierra Lujar guarda a sus espaldas un trozo de mediterráneo que despierta y despereza para luego abatirse y dormir mecido. Sin embargo hay mas mar que el que la Sierra contempla y más colores que se despintan en el cielo.
Como cada día, de diferente humor, el mar despierta y se entrevista una y mil veces con la arena. La besa, la abarca y siempre la deja varada.
He llegado justo cuando el mar se acunaba, con insistente mecida ayudado por un poniente suave. Justo cuando las luces se retiraban, el cielo se precipitaba en colores intensos y apagados y renacían luceros. Parecía que la noche tenía prisa por deshacer las luces y, éstas luchando y enojadas se resistían a ser veladas. Descosido el manto oscuro desde el cielo, los colores del ocaso más intenso parecían arañarlo. Y la arena mojada quería proyectar una luz herida que se entregaba resignada.
Como cada día, de diferente humor, el mar despierta y se entrevista una y mil veces con la arena. La besa, la abarca y siempre la deja varada.
He llegado justo cuando el mar se acunaba, con insistente mecida ayudado por un poniente suave. Justo cuando las luces se retiraban, el cielo se precipitaba en colores intensos y apagados y renacían luceros. Parecía que la noche tenía prisa por deshacer las luces y, éstas luchando y enojadas se resistían a ser veladas. Descosido el manto oscuro desde el cielo, los colores del ocaso más intenso parecían arañarlo. Y la arena mojada quería proyectar una luz herida que se entregaba resignada.
Comentarios
Publicar un comentario